


Multidisciplinary artist and writer
Empiezo con esta una serie de entradas sobre la belleza, un tema que da para mucho más de lo que pueda decir aunque dedicara el blog a ello. La contemplación de las cosas bellas, la creación artística… poco a poco irán cayendo entradas como quien no quiere la cosa…
Y por supuesto hay que empezar por el principio. ¡Clásico no quiere necesariamente superado! Llegarán todos los puntos de vista pero… ¿qué implica suponer la belleza un trascendental?
En cierta ocasión, reflexionando acerca de estas cuestiones, antes de conocer la deducción tomista, me preguntaba si la belleza no sería para la voluntad como lo es la sabiduría para el conocimiento. Pero también el amor podría ocupar esa posición privilegiada, el culmen de la voluntad como la sabiduría es el culmen del intelecto. La clave tomista soluciona este problema al darle su carácter relacional. La belleza relaciona al hombre consigo mismo, unifica sus dos caras recordándole que es un solo ser humano. Cabría preguntarse si, además del deseo y el aquietamiento de ese deseo en la voluntad, un derivado del bien referido al intelecto, no podría ser, paralelamente, la sabiduría de la voluntad, eso que se adecúa tan verdaderamente a la inteligencia que aquieta incluso la pasión, tal vez siguiendo más a Kant.
Tal vez por eso, lo que tradicionalmente se considera la cumbre de la actividad intelectual, la Metafísica, se manifiesta, no en el pensamiento discursivo, sino en la contemplación (metafísica, la llaman) del ser. También la contemplación del otro, de su ser, de su yo, parece el estado más alto del amor. Al fin y al cabo, los trascendentales son una sola cosa, el ser, y en su cumbre convergen todos. Pero no deja de ser llamativo que la contemplación sea también la actividad más propia ante la belleza, también en sus más bajas muestras. Tal vez sea por eso, porque la belleza, relación entre intelecto y voluntad, cara y cruz, luz y oscuridad, muestra de un modo más perfecto la realidad metafísica de esos extraños seres que se realizan en la sabiduría y el amor.